Llama la atención la insinuación de Maduro a Duque, con ocasión del lío armado en torno a la recaptura de Aída Merlano en Venezuela, a restablecer las relaciones consulares entre los dos países; así como llama la atención, también, el discurso –casi en simultánea– de Duque en su saludo anual al cuerpo diplomático al decir que “la política exterior de Colombia está basada en el… constructivismo”. Y, llama la atención, porque el ‘constructivismo’ en las relaciones internacionales es una política ya decantada que se entiende como la consideración que se debe tener por los intereses afines entre los países, especialmente si son limítrofes, independientemente del tradicional ‘realismo’ e ‘idealismo’ que imperaban en la diplomacia del siglo XX. Si Maduro propone unas relaciones consulares con Colombia, presidida por un gobierno archienemigo que lo desconoce y califica de dictador, es porque deja de lado el idealismo antagónico entre los dos, priorizando las tradicionales relaciones sociales que identifican a la población binacional, allende los distintos modelos políticos y económicos que, de momento, imperan en los países. Y, si Duque incorpora, al mismo tiempo, en su discurso a los embajadores, el término ‘constructivista’, y es sincero, entonces, también estaría mirando allende el “castrochavismo”, para decirlo en sus mismos términos; y, en cierta forma, atendiendo sutiles sugerencias del empresariado colombiano que recuerda con nostalgia los buenos tiempos de las relaciones colombo-venezolanas que, a más de tener empresas de capital binacional como Monómeros en Barranquilla y el Éxito en Caracas, el intercambio comercial alcanzó un récord de 7.200 millones de dólares en 2008, nada despreciable; hoy, casi inexistente.

Tal vez, recordando esos buenos tiempos, Maduro subrayó que el contradictor más duro que ha tenido Venezuela ha sido el expresidente Uribe y, sin embargo, durante su gobierno (2002-2010), ni siquiera pasó por la cabeza romper relaciones con Colombia. El constructivismo en las relaciones internacionales viene a ser como el respeto debido a los flujos culturales entre zonas fronterizas, las percepciones mutuas interestatales, las identidades nacionales como generadoras de oportunidades, entre otros.

Dichas variables pertenecen a una dimensión distinta de las relaciones internacionales manejadas por los enfoques dominantes como el liberalismo económico y su variante más discutible: el neoliberalismo. Es el constructivismo lo que impera en el proceso de la UE y será básico en la recomposición de la Unión, tras la salida del Reino Unido.

Arrastrar los pueblos a sufrir las consecuencias de las diferencias políticas entre sus gobernantes, es inconcebible en un mundo globalizado; y este principio dio luz al constructivismo diplomático. Buen término expresado por Duque. Esperemos que al menos una vez sea coherente con lo que dice y hace.

Tomado de: Noticias Día a Día