La extinción de los vertebrados terrestres se está acelerando vertiginosamente en este siglo, según un estudio publicado este en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) y coescrito por el biólogo de la universidad de Stanford Paul Ehrlich. Este trabajo apunta que el impacto humano ha acabado con cientos de especies de vertebrados terrestres y puesto al límite de la extinción a muchas otras a una velocidad sin precedentes.

De hecho, estima que en las próximas dos décadas desparecerán en torno a 543 especies de estos animales, las mismas que en todo el siglo XX. En 2015, Ehrlich alertó de que estábamos viviendo la sexta extinción animal masiva de la historia; sin embargo, en este trabajo elaborado con colegas de distintas instituciones, no sólo insiste en su hipótesis, sino que también esgrime que el peligro es mucho mayor de lo apreciado cinco años atrás y que esta amenaza la capacidad de la naturaleza para dar servicio a los humanos.

Este estudio de numerosas especies concluye que 515 tipos de vertebrados terrestres están en peligro de desaparecer -es decir que suman menos de 1.000 ejemplares-, de estas, la mitad cuentan con menos de 250 integrantes, afirman. Los investigadores aseguran que la mayoría de los animales que han observado que se enfrentan a la extinción se concentran en regiones tropicales y subtropicales afectadas por la actividad humana.

Además, alarman de que la pérdida acumulativa de colonias de numerosas especies ha tenido un impacto en la supervivencia de otras. El trabajo apunta como causantes al aumento de la población mundial, la destrucción de hábitats de muchas de estas especies, el comercio de animales, el cambio climático y la contaminación como desencadenantes de este crecimiento en el número de extinciones.

Los científicos argumentan que la pérdida de estos animales afecta directamente a numerosos ecosistemas como los grupos de coral, los desiertos o bosques, entre otros, pues en condiciones normales estos animales los mantienen en funcionamiento y fuertes. En este sentido, consideran que esta pérdida de fuerza de los ecosistemas es un problema, ya que, si son débiles, los ecosistemas son menos capaces de preservar climas estables, proporcionar agua potable, polinizar y proteger a la humanidad de desastres naturales y enfermedades.

Tomado de: Diario El Espectador